"Que estabas calificado como de izquierdas, ¡palos! Que te habías pasado para la otra zona, ¡estabas listo! Que eras viejo, ¡palos por rojo! Que eras demasiado joven, ¡palos por colaborador! Que eras mujer, ¡palos por puta, zorra e incitadora!". Rafael Pérez Fontano, prisionero en el campo de concentración de San Marcos (León).
"Fuera de las alambradas, a la salida del campo a la derecha estaban las oficinas y yendo a ellas un cuadrilátero alambrado, con alambrada hasta por arriba, y muy bien preparado. Nosotros lo llamábamos la parrilla, pues al que castigaban lo ponían allí desnudo solo con calzoncillos y con el sol que allí hacía de mayo en adelante se quemaba y se lo comían las moscas". Manuel Bergaz, prisionero en el campo de concentración de Albatera (Alicante).
"Llevábamos horas formados (…) Uno no pudo más y se desmayó. Los responsables del campo le dieron por muerto y lo depositaron entre un montón de cadáveres en un cuarto, a la espera de ser enterrado en una fosa común. Un par de compañeros se dieron cuenta de que se movía y le rescataron de entre los cadáveres". Jerónimo La Madrid, prisionero del campo de concentración de Reus.
"Yo tomaba nota de lo que los presos declaraban. Cuando no les gustaba lo que el prisionero contestaba, le daban con un palo en los riñones. Una y otra vez. Eran tremendamente duros los interrogatorios". Luis Ortiz Alfau, trabajó como prisionero-secretario en el campo de concentración bilbaíno de Deusto.
"Con la mayor brutalidad, golpeaban todo el cuerpo: la espalda, la cabeza y el rostro, el pecho, el vientre y puntapiés en los testículos. Aquello parecía una tumba colectiva de hombres exhaustos, que se les escapaba la vida bajo el rigor de aquellos tormentos". Vicente Belmonte, prisionero en el campo de concentración de Moncófar (Castellón).
"A esa mujer la devolvieron con la cabeza machacada por no desvelar, si es que lo sabía el paradero de su padre". Jesús Pérez Granja, prisionero del campo de concentración de San Marcos (León).
"Entraron al interrogatorio, antes que yo, dos hermanos de Rosal de la Frontera a los que les achacaban la toma del cuartel de la Benemérita. Ellos lo negaron y les dieron tal paliza que uno tenía un ojo (literal) fuera de su sitio, el otro hermano no daba señales de vida. Total que también se los llevaron; luego nos enteramos que uno de los hermanos murió en la enfermería". Tomás Gento, prisionero en el campo de concentración de Puerto Pesquero en Huelva.
*Breve selección de testimonios publicados en Los campos de concentración de Franco (Ediciones B, 2019). En la obra se citan detalladamente las fuentes de las que han sido extraídos.